Cuando fui a categorizar esta prenda, tuve una pequeña confusión: ¿es un vestido? ¿es un conjunto? Al final, descubrí que estaba frente a un enterizo (también llamado mono o jumpsuit). Esa duda me llevó a investigar un poco más sobre su historia, y lo que encontré me sorprendió, tanto como cuando quedo hipnotizada al mirar lo hermoso que son.

Orígenes funcionales

El enterizo no nació en las pasarelas, sino en los talleres. Sus primeros usos fueron obreros, como un traje de una sola pieza que resultaba cómodo y seguro para trabajar en la industria.
En 1919, también fue adoptado por paracaidistas y más tarde por pilotos, justamente por esas mismas características: práctico, resistente y funcional.

La transición a la moda

La moda, sin embargo, sabe apropiarse de lo inesperado. Elsa Schiaparelli y Vera Maxwell fueron algunas de las primeras diseñadoras en llevar el enterizo al terreno de la alta costura.
En 1964, Guy Laroche presentó un enterizo de lana en Vogue, inspirándose nada menos que en los trajes espaciales, marcando así uno de los primeros guiños del jumpsuit al mundo fashion.

Popularidad y evolución moderna

La prenda explotó en los años 70, cuando se convirtió en un símbolo unisex: desde Cher hasta Elvis Presley lo hicieron parte de sus presentaciones, consolidando su carácter versátil y llamativo.
En los años 80, el diseñador Geoffrey Beene llegó a llamarlo “el vestido de noche del siguiente siglo”. Y aunque en los 90 su popularidad decayó, Nicolas Ghesquière lo revivió para Balenciaga alrededor del 2002, devolviéndole su frescura.

El enterizo hoy

 

Actualmente, el enterizo es un básico contemporáneo: cómodo, versátil y adaptable tanto a contextos formales como informales. Lo podemos ver en pasarelas, en looks de celebridades, pero también en la vida cotidiana como una prenda práctica y chic.